José Luis Quezada Alameda
Facultad de Filosofía y Letras-UNAM
El objetivo de esta contribución es señalar algunos aspectos generales pertinentes en un estudio comparativo entre los dos poemas épicos más extensos creados en la Edad Media: el Alexandreis de Gautier de Châtillon y el Africa de Francesco Petrarca.
En cuanto al primero, con sus diez cantos es el epos más extenso e importante que nos ha legado el Medioevo. Esta obra fue compuesta en el siglo XII por Gautier de Châtillon, que además de poeta épico también es autor de poesía lírica, dentro de esta colección de poemas encontramos algunos de carácter goliardesco.[1]
La Alejandreida, como la conocemos en español, es indudablemente la obra magna de Gautier. La vida y las gestas de Alejandro Magno son el tema central en el poema; esta obra guarda además una estrecha relación con otros poemas producidos en ámbito francés y castellano aproximadamente en la misma época, piénsese al menos en el Libro de Alexandre compuesto a inicios del siglo XIII.
Por otra parte, es fundamental hacer notar la fama de la que esta épica gozó durante algunos siglos después de haber salido a la luz. Esto queda demostrado por la enorme cantidad de manuscritos en los que se ha transmitido la obra —más de doscientos—, con respecto a la transmisión textual solo algunas otras obras medievales tuvieron una difusión tan amplia: la Chanson de Roland y la Divina Commedia. También debe añadirse que prácticamente desde la aparición del poema de Gautier comenzaron a aparecer diversos comentarios que actualmente conforman una mole inmensa y que son una mina inagotable de información para los estudiosos del poema. Esta abundancia de comentarios se debe principalmente al hecho de que la Alejandreida se leyó ininterrumpidamente sobre todo durante los siglos XII, XIII y XIV, período en que se estudió en el ámbito escolástico a la par de la Eneida de Virgilio y de otros poemas épicos latinos como la Farsalia de Lucano y la Tebaida de Estacio. A propósito de la Eneida, es importante señalar el carácter marcadamente virgiliano del Alexandreis. De momento podemos al menos identificar este vínculo desde el título mismo de la obra, si consideramos también el del poema de Virgilio: Aeneis.
Por otra parte tenemos el Africa de Francesco Petrarca. El poeta del Canzoniere no necesita carta de presentación, baste decir que además de haber compuesto poesía en latín y en toscano, es autor de obras históricas, de tres extensos epistolarios, de diversas invectivas y de diálogos de filosofía moral. Todos estos géneros en los que incursiona como precursor serán parte fundamental del nuevo curriculum escolar que más tarde el será identificado con el nombre de studia humanitatis. Además de esto Petrarca es por supuesto el iniciador de un nuevo método de lectura y estudio de los autores clásicos que siglos más tarde será llamado filología.
En el caso concreto del Africa nos encontramos ante un epos imperfectum en nueve cantos (nueve cantos y no diez como los que componen el Alexandreis) que en la concepción inicial de Petrarca y sobre todo en la de sus contemporáneos debía sustituir el poema de Gautier ad usum scholasticum. El Africa narra las hazañas militares de Escipión el Africano en la segunda Guerra Púnica, específicamente su victoria en Zama en contra del ejército de Aníbal y su regreso triunfal a Roma. Para tratar este argumento Petrarca se basó fundamentalmente en el relato que leía en la edición que él mismo elaboró de los Ab Urbe condita libri de Tito Livio, además de seguir por supuesto las huellas de su amado Virgilio en cuanto al lenguaje épico, así como a otros poetas como Lucano, Ovidio, Estacio, y el caso que más me interesa señalar: el mismísimo Gautier de Châtillon. La efervescencia inicial suscitada por la epopeya de Escipión fue extinguiéndose debido a que su mismo autor relegó paulatinamente el Africa hasta abandonarlo por completo, puesto que debió ocuparse cada vez con más afán en la composición de sus Rerum vulgarium fragmenta y de tantas otras obras latinas. Al final Petrarca se vio obligado a dejar de lado el propósito de devenir en un nuevo Virgilio. Tal vez renunció a esta posibilidad al considerar que tal estatus correspondía ya a su conterráneo toscano Dante Alighieri.
Tras la muerte de Petrarca la obra inconclusa fue editada por el humanista Pier Paolo Vergerio en forma un tanto deficiente, por decir lo mínimo. Es probable que ésta sea una de las razones por las que su difusión fue limitada, solamente veinticuatro manuscritos transmiten la obra, una nimiedad en comparación con la difusión amplísima de la Alejandreida. Esta falta de fortuna se ve reflejada también en el hecho de que actualmente no poseamos una edición crítica definitiva del Africa, si bien el proyecto está en pie y su resultado se espera con ansia en el ámbito de los estudios petrarquescos. Por el contrario, en el caso del Alexandreis contamos con un instrumento de trabajo confiable en términos generales, aunque es importante señalar que la edición llevada a cabo por Marvin Colker[2] es aún provisoria dado que contempla sólo algunos cuantos comentarios del centenar de manuscritos que conservan el texto acompañado de glosas y anotaciones.
Ahora bien, una pregunta que debe responderse de inmediato es ¿en qué nivel pueden ser comparados estos poemas épicos? En primer lugar tenemos el aspecto de la lengua, esta afirmación puede parecer carente de fundamento ya que los dos poemas fueron escritos en latín. No obstante, la confrontación en términos lingüísticos es totalmente lícita ya que Gautier escribe en un latín virgiliano, sí, pero finalmente latín medieval; Petrarca por su parte es el precursor de una nueva aproximación a los textos antiguos que lo lleva a convertirse en el primer escritor en emplear el neolatín. En resumen nos encontramos ante dos usos distintos de la lengua latina.
Pero en realidad el aspecto principal a comparar es en principio el bagaje cultural de cada uno de estos poetas, es decir las obras y autores que cada uno había leído y estudiado. Este elemento particular me lleva a proponer la siguiente hipótesis: la preferencia y familiaridad con ciertos autores clásicos y medievales es lo que lleva a Gautier y a Petrarca a concebir el epos en forma distinta y casi podría decirse opuesta.
Para fundamentar esta presunta oposición me valgo sobre todo de elementos históricos concretos que determinan la vida y la obra tanto del poeta francés como del italiano. Por una parte, la cultura escolástica predominante en la época de Gautier de Châtillon naturalmente influye en la concepción literaria que el autor imprime en el Alexandreis. A su vez la obra entera de Petrarca debe entenderse a la luz de la innovadora corriente cultural que es en el siglo XIV el humanismo italiano. Es éste el factor principal que determina la diferencia entre el latín usado por uno y otro escritor, pese a que para ambos el modelo épico principal sea Virgilio.
De esta primera contraposición que es ante todo ideológica se desprende que el propósito literario es radicalmente distinto para cada uno de estos autores. En este punto es necesario pensar que la cultura humanística de la que Petrarca es el grandioso antecesor ofrece una lucha sin cuartel a los representantes de la cultura que algunas décadas más tarde Lorenzo Valla llamará gótica y que nosotros identificamos como escolástico-medieval.
Pero hay todavía otros niveles de comparación implícitos en el tema general que ya he descrito. En primer lugar, de forma muy evidente tenemos un enfrentamiento de naturaleza nacionalista, permítaseme aquí el anacronismo. Me refiero a una disputa histórica entre Francia e Italia que se remonta muchos siglos atrás. Hay que tener en cuenta que esta lucha planteada por Petrarca es totalmente unilateral puesto que su opositor, Gautier, quien ha muerto dos siglos antes, y no puede defenderse.
De cualquier modo, lo cierto es que el poeta de Arezzo se propone como adalid en la lucha contra los galos en general, es decir contra sus tradiciones, y en particular contra la Escolástica cuyo centro neurálgico es la Universidad de París (institución que en algún momento ofrecerá a Petrarca el máximo honor de la coronación poética), y más que otra cosa el humanista luchará sin cesar en contra de Aviñón, que para él es solamente una falsa y advenediza sede del papado.
Debemos recordar que Petrarca vivió entre 1304 y 1374, setenta años de los que aproximadamente durante sesenta y seis la sede papal estuvo en Aviñón y no en Roma. En cuanto a este tema particular vale la pena recordar los sonetos del Canzoniere denominados por la crítica petrarquesca precisamente antiaviñoneses.[3] Además, con respecto a esta misma postura anti-francesa no pueden dejar de recordarse la invectiva Contra Gallum, mejor conocida como Contra eum qui maledixit Italie, en donde Petrarca despliega todos sus odios y prejuicios en contra de los aborrecidos galos. No nos sorprenderá entonces después de haber señalado esta animadversión que cuando el poeta se refiera a Gautier de Chatillôn, autor del Alexandreis, en la obra apenas citada lo defina como: “levissimus quidam nuper vanissimusque Gallorum idem dixit et sic omnis pudor periit, ut non tantum literis vilissimam hanc nugellam sed numeris etiam carminibusque mandaret [4]” Con los versos medidos se refiere evidentemente a los hexámetros de la Alejandreida. He señalado en primer lugar la furia petrarquesca en contra de lo francés en general para llegar en este punto al ataque frontal que el poeta italiano opone de manera específica en contra de su mayor rival en el terreno épico.
Así pues, Petrarca se enfrenta ante todo a Gautier en su papel de escritor latino, heredero de esta tradición cultural y en específico literaria, y además se le opone también como representante de la Escolástica que él tanto desprecia. Pero todo esto va mucho más allá. Para entender a cabalidad la oposición entre el Africa y el Alexandreis tenemos que pensar en los héroes que protagonizan uno y otro poema. De un lado tenemos al personaje histórico predilecto para Petrarca, al menos en su juventud: Escipión. El general romano representa el ápice de la virtud republicana, quien después de haber vencido al temible Aníbal debió soportar los insultos y humillaciones de sus propios conciudadanos y sin pena ni gloria decidió salir por la puerta trasera, lo cual para Petrarca es la mayor muestra de virtud y grandeza.
Por otra parte el héroe de Gautier es Μεγαλέξανδρος, Alejandro Magno, el general de generales, la máxima encarnación del liderazgo en el ámbito griego. Este elemento, el que Gautier de Châtillon —aunado al hecho de ser francés— enaltezca en su épica a un griego, por más que este sea uno de los más extraordinarios hombres del mundo helénico, es probablemente lo que más molestia causa a Petrarca. Esto no debe sorprendernos en lo absoluto ya que el humanista al considerar la Antigüedad grecolatina, se decanta absolutamente por el brazo latino de la balanza. Esta inclinación es normal pensando al menos en tres puntos específicos: nació en Italia, la cultura latina ejerce sobre él una fascinación ilimitada que está cimentada en el solícito estudio que desarrolla acerca de la notitia vetustatis —en el período en que se ocupa de la composición del Africa se siente atraído de manera específica por los poetas—, y por último, pero tal vez el factor más importante de todos, se concibe como el salvaguarda y continuador de esa tradición en un mundo que en su opinión tiende irreversiblemente hacia la decadencia moral. En su opinión esta decadencia moral tiene sede concretamente en Francia, específicamente en la corte papal de Aviñón.
Reuniendo los puntos anteriores podemos alcanzar algunas conclusiones preliminares. En el Africa Petrarca se enfrenta a la superposición de Alejandro como representante máximo de Grecia y a la vez antecesor remoto del pueblo francés o digamos con mayor propiedad galo, según la versión ofrecida por Gautier de Châtillon, y ante esta figura simbólica él opone a Escipión el Africano, quien encarna los valores más importatnes de aquel período glorioso de la historia romana que fue la República, de la que la Italia todavía medieval en la que el aretino vive es históricamente custodio y continuadora, al menos así lo concibe el poeta laureado, quien se erige a su vez como el protector de esa tradición.
Este enfrentamiento entre Escipión y Alejandro provocará que Petrarca derrame auténticos ríos de tinta al escribir sendas biografías en su colección histórica De viris illustribus y de igual manera en el opúsculo intitulado Collatio inter Scipionem Alexandrum Hanibalem et Pyrrum, obras consagradas a enaltecer la figura de Escipión en oposición a cualquier otro general antiguo o contemporáneo. De esta forma Petrarca se enfrenta en su obra a Alejandro a Grecia y a Francia, ofreciéndoles en oposición a Escipión a Roma y a Italia. El ejemplo más evidente de esto podemos leerlo en el canto VIII del Africa.[5]
Sin embargo, por más que Petrarca desdeñe y desacredite una y otra vez a Gautier, ya he mostrado un ejemplo pero podrían enumerarse otros tantos, en realidad el poeta francés es para él un modelo. Si bien Petrarca afirma no conocer el Alexandreis —recordemos que lo mismo decía acerca de la Commedia dantesca—, es imposible pensar que no lo haya leído. Más aún, yo afirmaría categóricamente que no sólo había leído el poema épico sobre las gestas de Alejandro, sino que seguramente tuvo en su biblioteca una copia del poema y que la estudió minuciosamente como acostumbraba hacer con todos sus libros, especialmente cuando vivió en Francia, período en el que comenzó a escribir el Africa. Seguramente en ese ambiente la Alejandreida era considerada como el gran poema épico tras la Eneida de Virgilio.
Los estudiosos de la obra petrarquesca han aseverado que el Africa es una anti-Alejandreida, pero eso no quiere decir que el poeta del Africa no siga o incluso imite elementos presentes en el Alexandreis. Para demostrar esta dependencia petrarquesca con respecto al epos de Gautier conviene mostrar algunos lugares específicos de los poemas en los que esto es visible.
Quisiera aludir concretamente al manuscrito Acquisti e doni 441 de la Biblioteca Medicea Laurenziana de Florencia recuperado hace algunas décadas por el profesor Vincenzo Fera,[6] máximo estudioso del epos petrarquesco y responsable de la edición definitiva del mismo que aparecerá próximamente. Dicho manuscrito tiene una importancia central con respecto al resto de los testimonios debido a que ahí encontramos una cantidad ingente de apostillas provenientes presumiblemente de la copia de trabajo del propio Petrarca que nos muestran la forma en que trabajó con su poema.
En una nota referida al verso 686 del canto V del Africa: “Ibis ad Elisias directo tramite valles”, leemos lo siguiente: “attende Alexandreyda”. La anotación con la que Petrarca se advertía a sí mismo evitar cualquier semejanza con Gautier nos remite a Alexandreis IX, 146-147: “resoluto corpore tandem / tendit ad Elisios angusto tramite campos”. Ésta es una clara prueba de que Petrarca conocía y había estudiado la obra de Gautier, de otro modo esta apostilla no tendría sentido.
Aún hay otros ejemplos que delatan la relación con el poema de Alejandro Magno, aunque no se encuentren en el manuscrito notas que explícitamente mencionen la obra o su autor. He aquí algunos de ellos: Afr. III, 401: “vesanus veniens iuvenis convellere metam”, y Alex. X, 94-95: “et nunc vesanus in ipsum / fulminat Occeanum”. Afr. III, 708: “coniugis, incertusque animi sub corde volutat”, y Alex. IX, 152: “Ad Proum pateat, tacito sub corde volutat”, en este caso debe hacerse notar la dependencia que ambos poetas manifiestan con respecto a Virgilio con la introducción de esta cláusula: Aen. I, 50; IV, 533; VI, 185. Afr. VI, 392: sic ait: “O Libici decus et spes ultima mundi”, y Alex. V, 247: “Ex Dario pendet nostri spes unica voti”. Y por último Afr. VI, 726: Dicite” ait “veteris fuerint que federa pacis”, y Alex. I, 159: “Nam seu pax vigeat seu rupto federe pacis”.
Éste es sólo un pequeño muestrario de lugares que delatan la relación entre los dos poemas épicos, o mejor dicho, delatan el uso que Petrarca hizo del Alexandreis al componer su Africa. Así, es posible afirmar a manera de conclusión que Petrarca utiliza ampliamente el Alexandreis al momento de escribir su Africa, aunque lo oculta deliberadamente por las razones ya expuestas previamente.
[1]Jacqueline Helegouarc’h, “Un poète latin du XIe siècle: Gautier de Lille, dit Gautier de Châtillon”, en Bulletin de l’Association Guillaume Budé 1 (1967), pp. 95-115.
[2]Marvin L. Colker ed., Galteri de Castellione Alexandreis, Padua: Antenore 1978 (Thesaurus mundi 17).
[3] RVF, CXXXVI y CXXXVII.
[4] Inv. mal. 166: “el más superficial y banal de los galos dijo lo mismo, y en tal forma ha desaparecido todo tipo de pudor que no solamente ha registrado por escrito esta tontería tan baja, sino que incluso lo hizo en versos medidos”.
[5] Afr. VIII, 149-209.
[6]Vincenzo Fera, La revisione petrarchesca dell’Africa, Mesina, Centro di Studi Umanistici 1984.